Economía de la atención: «la abundancia de la información da lugar a la pobreza de la atención»
Palabras de Javier Velilla
Publicado el 16/04/2010 - Actualizado al 13/02/2024
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Michael Goldhaber tiene una lucidez extraordinaria. Hace unos años analizó el concepto de Economía de la Atención, por la que «la abundancia de la información da lugar a la pobreza de la atención». El concepto parece que lo acuña el Premio Nobel de Economía Herbert Simon, que en 1971 investiga sobre el impacto de la sobrecarga de información en las llamadas economías desarrolladas. En su opinión, “lo que la atención consume es bastante obvio: la atención de sus receptores. De esto se deduce que una riqueza de información crea una pobreza de atención”. Años más tarde, en 1997, Goldhaber publica en First Monday el artícuclo “La economía de la atención y la Red” con una frase impresionante: “el dinero no puede comprar atención”.
«If the Web and the Net can be viewed as spaces in which we will increasingly live our lives, the economic laws we will live under have to be natural to this new space. These laws turn out to be quite different from what the old economics teaches, or what rubrics such as «the information age» suggest. What counts most is what is most scarce now, namely attention. The attention economy brings with it its own kind of wealth, its own class divisions – stars vs. fans – and its own forms of property, all of which make it incompatible with the industrial-money-market based economy it bids fair to replace. Success will come to those who best accommodate to this new reality».
Es evidente que la reciente (y muy creciente) digitalización de la mayoría de los procesos comunicativos que se realizan en las sociedades postindustriales provoca un crecimiento exponencial de los datos, que deben ser asimilados, clasificados, comparados, monitorizados… Es una tarea cada vez más árdua que provoca que la atención sea uno de los bienes más escasos de este nuevo paradigma.
El tiempo dedicado conscientemente a una determinada actividad decrece (o aparecen días de 36 horas). Es decir, el tiempo se convierte en el recurso más escaso, más cuando el coste de elaborar y de distribuir el contenido digital tiende a cero según asegura Chris Anderson en un libro Gratis (habla para ello de subsidios cruzados directos, mercados trilaterales, freemium e, incluso, mercados no monetarios).
Pero aparece un nuevo coste: la falta de atención. Si hasta hace unos años, con audiencias monoplataforma y cautivas, era posible gestionar audiencias cautivas, hoy la promiscuidad es una constante. Atraer la atención de las audiencias, cautivar su confianza, generar interés continuado y convencer es la estrategia adecuada.
Internet no es un gran almacén, es todo el almacén. El caso de Spotify, con cuatro millones de canciones es un ejemplo. La selección no existe, se autogenera con cada búsqueda. Es un proceso que describe David Weinberger en Everything is Miscellaneous. La información es miscelánea, compuesta de cosas distintas o de géneros diferentes e inconexos mezclados o unidos. De este modo, cada usuario posee su propio esquema mental y percibe (o busca) la información de manera diferente. Nadie puede escuchar todas las canciones de Spotify, pero puede encontrar las que está buscando con una precisión a sus gustos mucho más ajustada.
Lo mismo pasa con las páginas web. Impresiona pensar que cada día se publican un millón de páginas web y 20.000 millones de correos electrónicos, sin entrar en el fenómeno-en-tiempo-real de Twitter. La superabundancia y la multitarea son fenómenos crecientes, y también la impaciencia, pues la máxima distancia entre un punto y otro se encuentra al alcance de un click de su ratón.
Un enfoque es la intermediación. Es el negocio de los medios de comunicación -que redistribuyen hechos-, pero también de Google o de tiendas virtuales como Amazon o Ebay. Facilitan la búsqueda, fidelizan al usuario y aspiran a recibir beneficios por su intermediación mediante la publicidad o la compra. Ya lo dijo el economista Josef Falkinger en 2003, la atención «es el prerrequisito de toda transacción económica».
Socio director de Comuniza. Cuenta con casi 20 años de experiencia y co-lidera un equipo multidisciplinar de 20 profesionales especialistas en estrategia, identidad e innovación. Es docente, conferenciante y jurado en numerosos premios. En 2010 publicó un libro de branding. Ha impartido conferencias sobre branding y comunicación en más de 150 ciudades.
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