De antes de que la Historia la llamemos Historia. Tenemos muchas hipótesis que en diferentes épocas prehistóricas calculaban procesos astronómicos, por ejemplo la posición de algunas rocas de Stonehenge están colocadas de manera que indican diferentes fenómenos cíclicos como los solsticios. O que en la Antigua Grecia tuvieran tres conceptos asociados a dioses pre-olímpicos para diferenciar diferentes formas de concebir el tiempo: Chronos, Aión y Kairós. El tiempo secuencial (el tipo de tiempo más parecido en el que pensamos hoy en día), es Xronos o Chronos. Aión es una escala inhumana, incomprensible, de eras. Palabra emparentada por lo visto con eternidad. Y Kairós se relaciona con el tiempo percibido, con el momento que pudiera ser una oportunidad o una crisis, va más de percepción
humana.
En nuestra sociedad estamos obsesionados por el tiempo en relación a la productividad y un supuesto racionalismo económico. Hace 100 años ya había especulaciones futuristas que decían a los tatarabuelos de los norte-americanos y británicos que trabajarían en su futuro entre 16 y 4 horas semanales gracias a la tecnología emergente de entonces. Y en cambio, a veces trabajamos más de 40 horas semanales.
Nos ponemos nerviosas si no estamos haciendo “algo”. En esta cuarentena algunas personas hasta se han agobiado con miles de webinars y directos de ejercicio, meditación, artesanías, formación profesional, y de cursos, y listas de “cosas que nos habría gustado hacer de tener tiempo”. Tenemos una relación peculiar, lo dejaremos ahí, con el tiempo.