“Sin rock and roll no hay riesgo”

Rock and roll, totalmente.

Rock and roll es una filosofía de vida para mí. Aparte de abogado y emprendedor, yo soy músico y para mí es una palabra clave por todo lo que me ha regalado. El rock and roll me ha regalado viajar; he viajado por todo el mundo gracias a la música y al rock and roll. Y después están los valores: lealtad, libertad y respeto. Valores que he aplicado a mis startups y a los proyectos que he emprendido.

Creo en la filosofía del rock and roll de no dejar a nadie atrás, del respeto, de la libertad total de las personas y de la lealtad. Creo que el rock and roll, si algo tiene, es la lealtad con los tuyos; hundirte con el barco, hundirte con tu gente.

Empecé a hacer música en el instituto y para mí fue básico ver un concierto en directo de Loquillo y de Potato, grupos que empezaban. Recuerdo cuando vi la primera banda de rock con 16, 17 años y dije “hostia, yo quiero hacer esto, quiero tener mi propia banda de rock and roll”. Lo recuerdo ahora porque en todas mis empresas y startups, rock and roll es una palabra que va muy ligada con startup.

Yo creo que la gente que tiene una filosofía rockandrollera es gente que vive la vida. Somos mediterráneos. Nos gusta vivir, ser hedonistas, ser felices y, sobre todo, correr riesgos. Creo que el riesgo va muy ligado a lo que es la palabra rock and roll. Nos encanta el riesgo, nos sentimos hipercómodos con el riesgo en todos los sentidos, en todas las empresas.

Hace poco, volví de mi viaje de Ruta al Paraíso que hice desde mi pueblo, Sant Feliu de Guíxols a Nueva Zelanda en moto y en solitario. Y eso es rock and roll. Rock and roll es decir “¡a vivir!”, “¡rock and roll!, que sea como Dios quiera, yo cojo mi moto y me voy”. Y esto con las startups, con los negocios, es un poco así.

Yo creo que los emprendedores tenemos este cupo de inconsciencia, este punto de decir “oye, adelante; adelante los caballos”.

Yo siempre he admirado a los descubridores. La gente que cruzaba el mar sin saber qué había del otro lado. Cuando salían, sabían que había algo, pero nadie había ido. Para mí eso ha sido muy inspirador: la gente que ha ido a descubrir cosas y ha viajado a sitios que nadie ha viajado. Eso es rock and roll, decir “oye, no sé lo que hay, pero sé que voy a ir a un sitio y voy a llegar”.

Cualquiera. Magallanes, Amundsen (que fue la primera persona que fue al Polo Norte andando). Me flipa la gente que tiene estos retos, que quiere pasar a la historia, como Aquiles. O por ejemplo, la gente que fue al Oeste americano. La gente que cogió un barco y llegó a Nueva York y cruzó todo Estados Unidos jugándose la vida. Eso a mí me parece que sí son emprendedores de verdad.

Sin rock and roll no hay riesgo. Sin rock and roll no hay gente que quiera hacer cosas que nadie ha hecho. Y eso es rock and roll a nivel filosófico. En las startups es igual.

Ahora cuando hemos abierto RepScan, que es una startup de eliminación de contenido de personas, queremos ser los número uno. Queremos llegar donde nadie ha llegado. Y queremos hacer cosas que nadie ha hecho. Esa es la gracia de las startups, que se juegan la vida.

Cada vez hay menos rock and roll. El rock and roll es forma. El rock and roll es fondo, es mensaje, es camaradería, es contigo y contigo. Y cada vez el pop, por ejemplo, es más forma, es más Instagram, más postureo, más lo que se ve y no lo que hay dentro.

Y vamos a una sociedad en la que cada vez se publican más contenidos, se publican más cosas donde vamos hacia lo superfluo, hacia el postureo, hacia la foto en la playa. Y el rock and roll es totalmente al revés.

El rock es totalmente diferente de hacia dónde va la sociedad ahora; que es foto, postureo, aparentar, vacío, mensajes vacíos… El rock es otra cosa, es mensaje, lucha, creer en unas cosas, morir por tus ideas. Es otra filosofía.

Yo creo que los emprendedores tenemos superpoderes. ¿Qué podemos hacer los emprendedores? Dedicar horas a los demás. Este tema lo tengo muy claro, siempre lo he hecho y siempre lo haré. He apoyado a diferentes asociaciones. El superpoder es ese.

Todas las personas que tienen ese talento: escribir, fotografiar… pueden apoyar a entidades que son sin ánimo de lucro para que puedan llegar a su fin. Ese es el superpoder que todos tenemos y que la mayoría de gente no dedica ni media hora al mes. Y yo creo que esto es fundamental, porque para recibir tienes que dar y creo que las ONG son un gran pozo para poder dar.