Casi el 60% de los estímulos que nos llegan a través de los ojos provienen de la propiocepción. Y si combinamos esto con el hecho de que en los últimos 100 años las personas pasamos cada vez menos tiempo durmiendo y más frente a las pantallas recibiendo estímulos, la cifra se duplica. En este contexto, pienso en todas las innumerables decisiones tomadas bajo presión en todo el mundo y en cómo influye la conexión de nuestro cuerpo y mente en la toma de decisiones.
Fíjate en la cirugía: Si algo sale mal, ¿cómo deciden cuál es el siguiente paso? Si un gobierno está evaluando una situación complicada, ¿cómo saben si deben enviar o no tropas? Incluso en los negocios encontramos propiocepción cuando nos planteamos cuál es la mejor manera de gastar los recursos limitados que nos dan. Todas las personas que tomamos decisiones debemos ser capaces de relajarnos y comprobar que estamos haciendo lo correcto. Poder diferenciar un faso éxito de uno real. Eso es propiocepción en estado puro.